Enamorado de la tierra que me dió la vida, nunca olvidé su aroma, aquí puedo escuchar el silencio y el viento me susurra al oído cosas que nadie puede escuchar, cuando la miro puedo ver su sonrisa y su pícara mirada, sabe cuanto la he amado y que ella me regala la fuerza y la ilusión, quiere que la siga acariciando, nuestra pasión será eterna como fue la de mis antepasados.
Desde niño me ví cautivado por los relatos de mis mayores que habían participado en actividades relacionadas con la viticultura , el vino y su elaboración, me parecían cuentos, tal vez por mi corta edad, pero sentía algo especial porque ellos formaban parte del protagonismo de esas historias. Con el paso de los años comprendí el verdadero significado y aquellos recuerdos me motibarón cada vez mas.
El sabor de las uvas maduras, el olor de las pequeñas fermentaciones para los vinos de auto consumo, también formaban parte de mis recuerdos. Muchas fueron las sensaciones que me dejaron marcado.
Hijo de agricultores pronto aprendí a respetar y amar la tierra, en el año 1.981 me surgió la idea de hacer pequeñas plantaciones de viña de forma experimental, hizo falta ilusionar a mi familia, sin la ayuda de ellos no hubiera sido posible, al mismo tiempo debía poner orden a mis conocimientos y estructurar bien el proyecto para pasar de la ilusión a la realidad.
En el año 2.000 todo empezó a tomar forma, se prepararon las tierras y se empezó a desarrollar el proyecto de la bodega, fue en 2.005 cuando se hizo la primera cosecha.
Desde el principio me movió la ilusión de desarrollar métodos basados en la producción ecológica de vino. Siempre habíamos disfrutado de alimentos que producíamos de forma tradicional. Unir viejas costumbres con nuevos conocimientos y equipamientos de última generación me parecía muy interesante.
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