Seguimos un ritual que no ha cambiado apenas en miles de años. Los frutos son recogidos a mano y llevados hasta la bodega con cuidado, como si se tratara de un tesoro.
Introducimos el caldo en barricas de roble, donde espera en silencio a la temperatura adecuada, hasta transformarse en el vino que condensa, en una botella, todo el significado de La Rioja.
Un ritual de miles de años, escrito en las manos, que empieza cada otoño con la vendimia y termina en una botella que se abre.
Una sabiduría que nuestros padres nos trans-mitieron al nacer, que llevamos en la sangre, y que pasaremos a nuestros hijos con lo aprendido cada nuevo invierno en la bodega.
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