La finca tiene una extensión de unas 25 hectáreas y cuenta con una altitud de 837 metros. La mayor parte de los terrenos son ocupados por viñedo, encontrando en ellos los varietales de Airen, Tempranillo, y Pedro Ximénez.
En la actualidad, la finca se parcela en diferentes áreas, que son cultivadas y vendimiadas por separado en función de nuestro catálogo varietal, que incluye desde la tipología más autóctona de la zona, Airen, hasta la más innovadora, Pedro Ximénez, que es la que nos ha llevado a la creación de nuestros primeros vinos, CIPMA I y CIPMA II, los cuales y pese a todo pronóstico, nos evocan la expresión del paisaje de monte bajo donde enraízan estos viñedos. Nuestros suelos, en términos generales, son de carácter franco calizo, a la vez que humildes en materia orgánica. Este hecho, unido a la altitud encontrada, nos permite elaborar vinos singulares e innovadores, que expresan la personalidad del terruño, con la elegancia, frescura y la capacidad de guarda que únicamente las viticulturas al límite son capaces de ofrecer. En menor proporción el terreno también presenta zonas gredosas y arenosas, en definitiva una mezcla de características que imprimen al fruto una marcada personalidad diferente al resto de la región vitícola.
La rusticidad de los terrenos, aptos únicamente para cultivos tan recios como el de la vid, y la extraordinaria amplitud térmica entre el invierno y el verano, y entre el día y la noche, nos ofrecen una acidez característica y un bajo pH natural en las uvas, de forma que obtenemos una madurez fenólica plena sin abusar del grado alcohólico, que ni en los años más cálidos supera los 14 grados. |
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